Sebastián murió de hambre y frío, herido por los golpes que le dió la policía local, en un lugar inhóspito, árido y ventoso. Sumergido en la soledad del paisaje andino; tan deslumbrante como gélido.
¿Cuántas cosas pueden pasar allí sin que nadie se entere? Desde ese día, Miriam Mabel Medina, su madre, no iba a dejar de luchar por él.
En este aniversario, compañeros de organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas, nos reunimos para acompañar a esa madre en su incansable lucha. Para dar voz a ese silencio. Todos unidos por la misma causa que se llama Sebastián.
Nadie en el Nihuil puede decir que no está enterado de lo que pasó ese día. Después del acto en el destacamento, una larga caminata hasta donde encontraron su cuerpo robusto y vital, violentado. En un risco, en lo profundo, su vida se apagó lentamente: ese hijo adolescente murió de sed, golpeado y torturado.
En el homenaje, participaron también, las “Madres en lucha”. El viento, que se transformaba en ráfagas por momentos, acariciaba el alma cargando la sentencia: Nada se logra sin lucha colectiva. Nada se logra sin amor y convicción. Allí quedó indeleble la frase escrita en una roca: “La ternura vence al odio”
Desde el risco hacia el Nihuil, transitaron encuentros, almuerzos, abrazos, música, bailes, los juegos de los chicos para que nunca más falte de casa un hijo y su futuro: “Ni un pibe menosˮ.