Opinión

La alegrí­a y los dí­as

*Por Gustavo Cirelli

En pocos dí­as, el 5 de noviembre, se cumplirán nueve años de la histórica cumbre de Mar del Plata, cuando la región con Kirchner, Chávez y Lula a la cabeza, en una alianza estratégica sin precedentes en América Latina, le dijo que “no” a la creación del írea de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ante la mirada atónita de George W. Bush. En aquellas jornadas imborrables, cruciales para la actualidad de los latinoamericanos, se forjó lo que aún, por estas horas, sigue descolocando a quienes se desvelan por escribir la historia a su antojo ˮ“caprichos de una hegemoní­a añoradaˮ“ y los sulfura la impotencia cuando la voluntad popular los vuelve a sentar ante la realidad. Ganó Dilma y, unos dí­as antes, habí­a ganado Evo. El Frente Amplio volvió a imponerse en Uruguay y ahora le toca jugársela en el balotaje. La Patria Grande, multicolor, plebeya y unida, muestra el sendero que recorrió durante estos años y el camino que deberá seguir para tallar su Historia.

En aquel “No al ALCA” germinó Unasur. Se consolidó el Mercosur.
Faltan dos de sus arquitectos. Está Lula. Falta Chávez. Falta Kirchner.

Hoy se cumplen cuatro años de la partida de Néstor.
Una ausencia que se siente, por supuesto, en la escena pública, en el debate polí­tico cotidiano, en la languidez de ciertos traidores, en la fortaleza de los que recuerdan su vida y su acción con alegrí­a. Ausencia que se resignificó en miles de jóvenes que se sumaron a la militancia, y en otros, no tan jóvenes, que regresaron o se asomaron por primera vez a la polí­tica. Hombres y mujeres, ese piberí­o irreversible, que viven cada dí­a de sus dí­as con la alegrí­a de las convicciones. Es así­ nomás: las mil flores de las que habló Néstor, aquella frase-presagio, se convirtió en tatuaje indeleble para quienes no dudaron al elegir de qué lado de la vida se paran cada dí­a. Cristina les sumó que “la Patria es el otro”. Y entonces, cómo no recordar a Kirchner con alegrí­a. Con los dí­as que se viven de este lado del planeta. Con Dilma y con Evo. Con la alegrí­a que refleja el trazo colectivo del cuadro de Jorge Gónzalez Perrin, que elegimos en Tiempo para pensar los cuatro años sin Néstor.

Con colores.
Con alegrí­a.

Pero por esas paradojas del destino, al cierre de la edición, llegó un correo indignado a la redacción de Tiempo que dice que el diario La Nación promociona entre sus asociados el “Dí­a de la Alegrí­a” con descuentos y demás beneficios para lectores consumidores, y lo hace, vaya casualidad, justo hoy, el 27 de octubre. Una casualidad que viniendo de los que aún no pueden digerir, por ejemplo, el triunfo de Dilma después de haber militado su editorial a favor de Neves, viniendo de los nostálgicos del terrorismo de Estado que cada tanto defeccionan y caen en las añoranzas de aquellos dí­as del terror, viniendo de ellos, la casualidad resuena al “Viva el cáncer” del gorilaje canalla contra una Evita que se morí­a. Quizá sea una mera casualidad. O un fallido. Explí­cito: porque a Kirchner muchos lo recuerdan con alegrí­a. Penetrante alegrí­a del pueblo. Aunque a aquellos, los nostálgicos, los de siempre, les duela.

En Tiempo Argentino

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