Opinión

Madama

Por Mara Brawer *

“Me hubiera gustado ser la madama de un burdelˮ, lanzó la diputada nacional Elisa Carrió, con esa pretensión bizarra que viene exhibiendo como una marca de su imagen, intentando ser al mismo tiempo graciosa y descontracturada ante un auditorio de jóvenes del PRO reunidos en Puerto Madero que le habí­an preguntado qué hubiera querido ser en la vida antes de ser lo que es.

Frente a su respuesta, yo pregunto ˮ“sin salir de la consternaciónˮ“ qué es lo que lleva a esta mujer que decidió dedicar su vida a trabajar en polí­tica a decir con naturalidad que su sueño trunco es ser madama, proxeneta, cafiscia, un oficio ilegal que consiste en obtener beneficios económicos de la prostitución a costa del uso del cuerpo de otras mujeres. Cómo puede decir, aunque sea en clave de “bromaˮ, que alguna vez se identificó con una actividad basada en la violencia, el engaño, la intimidación o el aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad como es la del comercio sexual. Si hubiese confesado que deseaba haber ejercido la prostitución serí­a un deseo personal, pero querer ser quien lucra y tiene poder sobre el cuerpo de los demás es otra cosa.

Y como no puedo creer que lo haya dicho, me sigo preguntando en qué punto se articulan esa fantasí­a frustrada de madama y esta actual función de diputada, de dirigente polí­tica. Y me respondo que sí­, que la verdad es que aunque lo encubre con una pose hilarante, con un doble gesto de deliberada desfachatez y de cinismo exagerado, lo de Carrió es una metáfora. Una figura retórica que ella formula sobre la polí­tica como burdel y sobre los polí­ticos como regentes; que cobra sentido si revisamos toda la actuación de la dirigente de FAUnen.

Desde la Celestina, una de las primeras “alcahuetasˮ de novela, hasta Laurentina Montserrat, la madama que inmortalizó el tango, o la imborrable Manuela de la humilde “casa de citasˮ de “El lugar sin lí­mitesˮ, de José Donoso, la literatura nos muestra que en las reglas del oficio son imprescindibles los contubernios con el poder, los sobornos, las extorsiones. Madamas que gozan de la protección y el dinero de los poderosos, que toman champagne con el dueño de los campos mientras entregan el cuerpo de quienes son más débiles.

¿Esas son las madamas a las que querí­a parecerse Lilita? ¿Las que prometen cuidados a los que más lo necesitan y terminan traicionándolos? Como hemos visto que ella opera, cuando a sus dirigentes los destrata, descartándolos si crecen y se vuelven amenazantes para su protagonismo.

En la jornada frente a los jóvenes a PRO, también tuvo espacio para una declaración destituyente: “Si fuera vicepresidenta, al presidente lo voltearí­a en un dí­aˮ dijo Carrió, justamente quien dice ser tan devota de la institucionalidad y “madreˮ de la República ˮ“aunque mejor ni pensar en las fotos que se toma con una muñeca llamada “Republiquitaˮ“ .

En apenas dos frases, la lógica de la prostitución y de la traición quedaron de manifiesto. Y en ellas, un esquema perverso que pone en movimiento una maquinaria de degradación de la polí­tica. De sus palabras podemos concluir que quien soñó en su adolescencia con intermediar entre un puñado de chicas vulnerables y el poder de los dueños del dinero, hoy seguramente sigue soñando con regentear un paí­s debilitado, necesitado y dependiente. Y con entregarlo a los poderes económicos, aquellos que se hacen fuertes cuando la polí­tica es marginada y que, con la lógica de los buitres, se satisfacen primero y descartan a su ví­ctima después.

* Diputada nacional – Frente para la Victoria.

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