El 11 de marzo de 1973, la fórmula Héctor Cámpora – Solano Lima obtenía el 49,5% de los votos en las elecciones presidenciales. El resultado era más que una simple disputa electoral: significaba la derrota a los casi veinte años de proscripción del peronismo, la posibilidad del regreso de Perón a la Argentina y la primera aparición de una nueva juventud criada al calor de la proscripción.
La candidatura de Cámpora, con Perón prohibido por una cláusula de residencia diseñada por la dictadura para evitar que se presente a elecciones, fue el reconocimiento a su incansable lealtad con el conductor del Movimiento. La elección de Cámpora como representante del peronismo demostró que la adhesión popular iba más allá de los nombres en las listas, y que la lealtad de Cámpora hacia Perón y de los trabajadores al peronismo se mantuvo incólume a pesar de los 18 años de proscripción. La llegada de Cámpora al poder trajo consigo el arribo del actor juvenil a la política democrática. Las crónicas del día de la asunción hablan de una Casa Rosada “tomadaˮ por jóvenes que llenaban los palcos, los pasillos y también la Plaza, desde donde se escuchaba: “se van, se van y nunca volveránˮ.
Muchos años después, un representante de esa generación, Néstor Kirchner, recibía en la Casa Rosada los atributos presidenciales de Héctor Cámpora, la banda y el bastón, como un símbolo de los mismos valores con los que ambos ingresaron al gobierno. Néstor dijo entonces sobre Cámpora: “no dudó un segundo para fortalecer, cuando vio los peligros que amenazaban a la Argentina, no dudó un segundo en depositar y poner nuevamente el país en manos del general Perón para que lo gobierne. No sé cuántos dirigentes son capaces o fueron capaces de tamaña lealtad, y estos son valores que son insustituibles en la conducta de los hombres y las mujeres para tenerlos como cualidades fundamentales y esencialesˮ.
Algunos intentaron durante años disfrazar ese gesto enorme de lealtad como obediencia servil: es entendible que confundan lealtad con obediencia quienes nunca conocieron la lealtad. Esos mismos valores son los que nos permiten, hace ya diez años, construir todos los días junto a Cristina el país con el que soñó Héctor Cámpora y los miles de pibes que ese día fueron a militar por su victoria y la de todo el peronismo. Hoy nuestra juventud vuelve a levantar la bandera de Cámpora como un símbolo de la lealtad, la honestidad y el compromiso, antes que con personas, con un proyecto de país más inclusivo y justo para todos los argentinos.