Los paladines de la República ˮ“vulgarmente conocidos en los bares como “cagatintasˮ- asiduamente realzan la figura de José de San Martín y de Manuel Belgrano por una circunstancia infeliz y poco fortuita: sus respectivas muertes en la pobreza, y también en el exilio en el caso del Libertador. No es esa la condición de su grandeza, sino la consecuencia de su lucha por la emancipación y contra lo que no muchos años después Jauretche habría de llamar “cipayismoˮ y antipatria. A Juan Manuel de Rosas, también muerto en el exilio y en la pobreza, directamente deciden someterlo al ostracismo histórico con el olvido y la condena del discurso único de la historia.
Olvidan mencionar, desde un diario multimillonario ˮ“que tiene una deuda multimillonaria con el Estado (con el pueblo)- que esa condición por la que reconocen la grandeza de Belgrano y San Martín no fue la misma que rodeó la vida, obra y fallecimiento de sus verdaderos estandartes reconocidos: Mitre, Alsina, Urquiza, Avellaneda, Sarmiento. Si a la hora de recordar héroes y mártires, ese fuera su criterio, se les caería todo un álbum de figuritas.
Esa doble vara es la que impide que sus editoriales de hoy recuerden al Tío, que murió en el exilio y la pobreza un día como hoy hace 33 años, cuando el suelo argentino era asolado por el terror y la tortura. El pueblo no recuerda a Héctor Cámpora ˮ“ni a San Martín, ni a Belgrano, ni a Rosas- por su triste y solitario final, sino por una vasta obra política en pos de la transformación definitiva de este suelo, sus esfuerzos revolucionarios con miras a lograr la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria.
En tan sólo 49 días de una primavera intensa y memorable, Cámpora no sólo terminó con 18 años de proscripción de la fuerza más grande y fuerte en la historia de la patria: liberó a los presos políticos de Devoto, derogó las leyes represivas, acabó con el fuero “antisubversivoˮ, democratizó las universidades, devolvió el grado y el uniforme a Perón, reanudó las relaciones con Cuba y Vietnam, aumentó salarios, congeló el precio de los alimentos, estableció una paritaria bianual, lanzó un plan de viviendas e intervino la administración de decenas de sectores estratégicos de combustibles, transporte, correosˮ¦y sigue.
Sin embargo, Cámpora entendía muy bien que “la organización vence al tiempoˮ, y que no sería la una obra heroica de un solo compañero la que llevaría a ganar la justicia social en nuestro país. Entendía muy bien ˮ“y llevaba con orgullo esa bandera- que era el delegado de Perón para reencauzar el proyecto de emancipación liderado por el General, sostenía los ideales justicialistas y ponderaba el rol de la juventud en la lucha de su pueblo.
Al asumir como presidente ante la Asamblea Legislativa el 25 de mayo de 1973 dedicó un párrafo de su discurso a la juventud que había hecho posible el “Luche y Vuelveˮ: “Cómo no ha de pertenecer a esa juventud ese triunfo si lo dio todo por el ideal de una patria justicialista. Si no hubiera sido por ella, tal vez la agonía del régimen habría prolongado la desintegración de nuestro acervo y el infortunio de los humildes. La patria ha adquirido un compromiso solemne con nuestros héroes y con nuestros mártires y nada ni nadie nos apartará de la senda que ellos trazaron con estoicismo espartanoˮ.
Hoy es ese nombre, “Cámporaˮ, el que mejor simboliza las coloridas plazas del 1973, copadas por las robustas columnas de la JP. Cámpora es quien representa aún hoy la pasión y el sueño de millones de argentinos por un presente y un futuro mejor, por una patria justa, libre y soberana. Cámpora es sinónimo de militancia, de barrio, de pueblo, de política. Cámpora es sinónimo de primavera. Una que tuvo lugar en esa Plaza del pueblo, treinta años antes de la asunción de Néstor Kirchner en 2003. Una que volvió a brotar con Lupin en esa Plaza, recordando emocionado en 2006 que “hace 33 años yo estaba allí abajo, el 25 de mayo de 1973, como hoy, creyendo que un nuevo país comenzaba y jugándome por mis conviccionesˮ.
Pero no quedaba ahí la cosa: “En estos miles de rostros veo los rostros de los 30 mil compañeros desaparecidos, pero igual veo la Plaza de Mayo de la mano de todos nosotrosˮ. Recordaba que esa es la Plaza de los trabajadores, la de Eva Perón, la de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. “Volvimos a la plazaˮ cantó hace pocos días la gloriosa jotapé, cuando volvió a copar la Plaza del pueblo para festejar los primeros treinta años ininterrumpidos de democracia.
El pueblo recuperó la política como herramienta para la transformación de la realidad. Recuperó sus banderas, su fervor y su decisión política de profundizar la democracia: la única vía de lograr lo que aún falta. Hoy se siente parte de un proyecto colectivo, nacional, popular y solidario que despuntó otra primavera. Comenzó en el 73, por 49 días. Volvió a nacer en el 2003, y ya ganó una década. Lejos de aplacarse en 2010 con el paso a la inmortalidad de Néstor Kirchner, hoy está más fortalecida que nunca: en el seno de esa primavera ya florecieron mil flores, y tienen a Cámpora como bandera.