Derechos Humanos

36 años de búsqueda: El amor y la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo no se negocia

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El 22 de octubre 1977, como consecuencia de la implementación del plan sistemático de desaparición de personas y apropiación de bebés nacidos en cautiverio y niños secuestrados junto a sus padres, que fueron utilizados como “botí­n de guerraˮ por el terrorismo de Estado de la dictadura cí­vico militar que imperaba desde el 24 de marzo de 1976, se creó Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos y Alicia De la Cuadra fue reconocida como la primera presidenta del grupo que en 1980 adopta el nombre definitivo de la Asociación Civil Abuelas de Plaza de Mayo.

A partir de la pregunta fundadora “ ¿Quiénes están buscando a sus nieto?ˮpor parte de una de las mujeres que marchaba desde hací­a seis meses en las “rondas de los juevesˮ con sus pañales blancos en la cabeza, se apartaron 12 de ellas (Mirta Acuña de Baravalle, Beatriz H. C. Aicardi de Neuhaus, Marí­a Eugenia Casinelli de Garcí­a IruretaGoyena, Eva Márquez de Castillo Barrios, Marí­a Isabel “Chichaˮ Chorobik de Mariani, Delia Giovanola de Califano, Clara Jurado, Leontina Puebla de Pérez, Raquel Radio de Marizcurrena, Vilma DelindaSesarego de Gutiérrez, Haydee Vallino de Lemos, Alicia “Lichaˮ Zubasnabar de De la Cuadra) que se identificaron con la consigna “buscar a los nietos sin olvidar a los hijosˮ.

Las caracterí­sticas particulares de su búsqueda hicieron que planearan estrategias especí­ficas, no sin riesgos.   Denuncias y reclamos ante los propios militares de la dictadura, ante autoridades gubernamentales ya en democracia, gobiernos internacionales, tales como el documento dirigido al secretario de estado norteamericano CyrusVance durante un acto en la Plaza San Martí­n, aprovechando que el gobierno de James Carter tení­a una impronta más solidaria con las causas de derechos humanos en Latinoamérica. Una de las valientes Madres que logró traspasar las barreras que imponí­a la guardia de seguridad fue Azucena Villaflor, quién tiempo después fuera secuestrada junto a las madres Esther Ballestrino de Cariaga, Marí­a Ponce de Bianco y las monjas francesas Léonie Duket y Alice Domon en la iglesia de la Santa Cruz. También se realizaron presentaciones ante la Justicia (acciones de amparo como habeas corpus), solicitudes de colaboración dirigida al pueblo en general y pesquisas o investigaciones personales.

Durante sus reuniones en iglesias y confiterí­as tradicionales de Buenos Aires, intentaban pasar desapercibidas fingiendo ser señoras que tomaban el té de la tarde. Así­ mismo, a pesar de ser mujeres la mayorí­a de las personas visibles en las acciones, la colaboración del entorno familiar era constante. La actual presidenta de la Asociación, Estela Barnes de Carlotto señaló: “hay otra cuestión que es la visceral: la de mujer, la de madre, que nos impide dejar de hacer todo lo que tenemos que hacer para seguir buscando. También es cierto que muchos hombres se resintieron en su salud y se murieron. La mayorí­a de las abuelas son viudasˮ¦ Y que para los militares el hombre era más peligroso. “ ¡Déjenlas a esas lloronas viejas locas!, ya se van a cansarˮ¦ˮ.

El sacrificio de estas valerosas Abuelas comenzó a dar sus frutos paulatinamente en el reconocimiento de la Comisión Interamericana de derechos humanos de la (OEA), el arzobispado de Sao Pablo, Amnistí­a internacional, la visualización del reclamo en eventos mundiales como el campeonato de futbol de 1978 y la publicación de solicitadas en algunos medios de prensa como Buenos Aires Herald y el diario La Prensa.

La tarea de concientización social realizada en plena dictadura fue constante, pero en democracia, a pesar de los avances y retrocesos que implicaron las denominadas “leyes de impunidadˮ del gobierno de Raúl Alfonsí­n y los indultos durante Carlos Menem,  redoblaron sus esfuerzos para determinar la cantidad de niños que fueron ví­ctimas del plan sistemático de apropiación, con el objeto de devolverles su derecho de identidad a gracias al método genético descubierto a pedido de ellas que establece la filiación por el í­ndice de abuelidad, en 1984.

De los aproximadamente 500 nietos apropiados, 109 recuperaron su verdad e identidad gracias al trabajo incansable del organismo, junto a la justicia y la labor del Banco Nacional de Datos Genéticos, la CONADI (de la Secretarí­a de Derechos Humanos de la Nación) y el Equipo Argentino de Antropologí­a   Forense (EAAF).

Hoy el brazo hacedor de conciencia que acerca cada vez más a los jóvenes hacia sus orí­genes, se posa en la cultura popular mediante iniciativas musicales, exposiciones, monumentos, museos, Teatro y televisión   por la Identidad, el trabajo en las escuelas y la militancia en los barrios. Es que aprendimos sufriendo la ausencia colectiva, que la dictadura, y sus secuelas, las padecimos como sociedad entera; y es por ello que debemos empoderarnos de la polí­tica de estado vigente desde hace 10 años, que profundizó las banderas de Memoria, Verdad y Justicia.

Muchos de los nietos restituidos militan en las filas de nuestro proyecto nacional y popular desde su puesto de lucha, a través de la mirada que soñaron sus padres, la de un futuro con justicia social para todos. Por eso, hoy más que nunca revivimos el fuego de la memoria que la gesta histórica de esas mujeres de 50 y 60 años hicieron a pesar de la indiferencia de las mayorí­as, lo que los ejércitos no pudieron apagar.

Ciudad de Buenos Aires
El domingo 17 de marzo participamos, por cuarto año consecutivo, de la Marcha de las Antorchas en el barrio de Lugano 1y2 bajo el lema “Iluminemos las calles con memoria” y en unidad con todas las organizaciones del campo popular de la comuna y el Observatorio de Derechos Humanos de la Comuna 8.