Un canal de televisión operando sólo cuatro horas en el día. Un banco que sólo abre hasta las 12 del mediodía. Levantarse con la luz del sol y volver a casa cuando la oscuridad del invierno se vuelca, apurada, sobre las calles argentinas. El ahorro. Los cortes programados. Un Banco Nacional del Desarrollo (BANADE) creado para generar inversión productiva, pero que utiliza sus fondos para financiar la compra grupos electrógenos. Ese fue el resultado de la gestión de Jorge Edgardo Lapeña, Secretario de Energía y Subsecretario de Planificación Energética durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín, entre el ˮ˜83 y el ˮ™88.
Lapeña fue uno de los protagonistas de una gestión en la que, aunque la producción disminuía, aunque la industria nacional quebraba, aunque el consumo de energía era cada vez menor, en Argentina no alcanzaba la energía eléctrica ni los hidrocarburos para el consumo interno. Ese señor radical, parece que hoy es voz autorizada para opinar sobre gestión energética, según los dos diarios que, meses antes de que asumiera Alfonsín, aun apuntalaban un proceso dictatorial genocida que llevaba casi ocho años ocupando el poder, de facto.
Hoy Lapeña publica en Clarín, e insiste en la crisis energética que atraviesa la Argentina. Una Argentina pujante, con récords de crecimiento y desarrollo, con industria nacional en expansión ˮ“contra todos los pronósticos de los editorialistas de siempre-, que nunca consumió tanta energía, porque nunca tuvo cómo consumirla. Un país en el que a pesar de la elevadísima demanda de energía, no tiene que recurrir a cortes programados de luz en las viviendas, a semáforos titilando ni franjas horarias especiales para desarrollar determinadas actividades. Un país en el que los pocos cortes que han sucedido en el suministro dejan indicios alarmantes de sabotaje con finalidades políticas.
La Argentina de hoy celebra alianzas estratégicas para explotar una de las reservas gasíferas más importantes del mundo, en el lomo de una Vaca neuquina. La Argentina de hoy recuperó YPF para ponerla al servicio del pueblo, creó ENARSA e impulsó obras energéticas clave. Terminó de construir Yaciretá ˮ“una deuda histórica de todos los gobiernos-, y avanza sobre la construcción de dos nuevas represas.
En la Argentina de hoy pueden hablar todos. Y por eso, aunque se le debería caer la cara de vergí¼enza, un Lapeña corroído publica en Clarín otra editorial endeble y triste, tratando de agitar fantasmas que en realidad lo invaden a él, en su penumbra política. Y el siempre oscuro Magnetto, desde Clarín, sigue siendo su jefe a pesar del paso de los años.