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Aniversario de la Democracia y Dí­a de los Derechos Humanos : Palabras de la Presidenta

PALABRAS DE LA PRESIDENTE DE LA NACIí“N, CRISTINA FERNíNDEZ DE KIRCHNER, AL CONMEMORARSE UN NUEVO ANIVERSARIO DEL ADVENIMIENTO DE LA DEMOCRACIA Y EL DíA DE LOS DERECHOS HUMANOS

Muy buenas noches a todos y todas mis compatriotas, a los que están aquí­ hoy colmando la plaza y las avenidas; a los que están en más de 30 lugares similares en distintos puntos del paí­s y a los 40 millones de argentinos que conforman nuestro bendito paí­s.
Yo quiero, a pocas horas de este nuevo 10 de diciembre, de estos 29 años de la democracia, de este nuevo aniversario en el Dí­a Universal de los Derechos Humanos, quiero agradecerles a todos y cada uno de ustedes que me permitan participar en esta verdadera movilización y fiesta popular de alegrí­a y de amor.

No saben lo que significa para una militante polí­tica, que desde tan joven se incorporó a la militancia luego de ver tantas cosas en nuestro paí­s, también de conocer esa historia de desencuentros, de odios, de enfrentamientos y confrontaciones inútiles y estériles que solo serví­a como siempre a un puñado que aprovechaba luego de la desgracia y el sufrimiento de miles de argentinos. No saben lo que significa poder hoy estar frente a ustedes con alegrí­a, con amor celebrando estos 29 años de democracia y esta década ganada desde el 25 de mayo del año 2003.

Cuando miraba antes de venir aquí­ las imágenes de esas caras de jóvenes, de ciudadanos y ciudadanas organizados o simplemente viniendo con su familia, con sus banderas, con sus familias, donde no escucha una sola palabra de odio ni agravio ni descalificación a nadie, donde solo se escucha “viva la patria” y “viva el pueblo”, no saben lo que eso significa.
Y además, el honor de estar acompañado por hombres y mujeres artistas, organizaciones de derechos humanos, nuestras Madres, nuestras Abuelas, artistas comprometidos.

Yo siempre digo que ojalá siempre los que hubieran hecho llorar al pueblo, hubieran sido solo los artistas, hubiéramos tenido una historia mucho mejor. Pero la venimos cambiando, amigos, la venimos cambiando fuerte, compañeros y compañeras, argentinos y argentinas, venimos cambiando una historia de marchas y contramarchas.

Veí­amos recién en ese corto que marcaba los hitos de la democracia y este año hemos festejado los 100 años de la Ley Sáenz Peña, aquella ley que otorgó el sufragio universal y secreto, para los hombres, claro, para las mujeres tuvo que llegar Evita, pero bueno, 100 años de voto popular, pero solo 29 años de democracia, menos de un tercio de nuestra historia desde que los argentinos pueden votar lo hemos vivido en democracia. Lo festejamos igual, pero esto nos debe llevarnos a una reflexión importante a todos.
¿Qué pasó? Y ahí­ vemos la figura de Hipólito Yrigoyen, el primer presidente popular, democrático y nacional de nuestra historia. Vaya hoy nuestro homenaje a ese hombre y gran caudillo popular, revolucionario.

A mí­ no me gusta hablar de la caí­da de Yrigoyen o de Perón, porque parece que hubieran salido de la Casa de Gobierno y se hubieran tropezado y se hubieran caí­do. No, fueron derrocamientos y destituciones las que tuvieron los gobiernos populares del presidente Perón y del presidente Yrigoyen.

Tal vez, esa destitución, ese derrocamiento del presidente Yrigoyen marca y explica parte de lo que nos pasó. Esta plaza está llena de jóvenes, tal vez, muchos no lo recuerden pero cuando fue derrocado por un golpe militar Yrigoyen, la entonces Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró legí­timo y legal los golpes militares. Ahí­ se inició la etapa más negra de la historia argentina.
No tengan dudas, muy pocos aprenden o recuerdan, pero fí­jense que la historia no guarda ni nadie recuerda a esos oscuros personajes que inauguraron una etapa negra de nuestra historia, que luego se repetirí­a en 1955 y que luego se volverí­a a repetir un 24 de marzo de 1976, inaugurando, tal vez, la etapa más trágica de toda nuestra historia como Nación.

Pero aquí­ estamos, a 29 años de democracia y a 9 años y medio de un gobierno que vino a ampliar derechos, que vino a garantizar que en la Argentina no hubiera más impunidad, que vino a reconstruir las viejas conquistas populares para nuestros trabajadores, luego de aquella caí­da, aquel derrumbe moral, estructural, institucional y polí­tico del año 2001.
Yo quiero también hoy rendirle homenaje a él, como se lo rendí­ al presidente Alfonsí­n en vida en esta misma Casa Rosada, cuando puse el busto porque yo digo que a los hombres hay que honrarlos en la vida.

A él que con apenas el 22 por ciento hizo cosas que si las hubiera dicho, nadie le hubiera creí­do.
Alguien dijo alguna vez que si hubiera dicho las cosas pensaba hacer, no lo hubieran votado. í‰l si hubiera dicho las cosas que tení­a en su cabeza, tal vez no lo hubieran querido.

Por eso, él decí­a que la historia no se construye con las palabras ni discursos, sino por las acciones, los hechos concretos y las polí­ticas que incluyen cambios y transformaciones.

Y allí­ fue con ese 22 por ciento y con la promesa de no dejar sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno. Y vaya que la cumplió, no solamente no dejó las convicciones, sino que además les entregó la vida a todos y cada uno de los argentinos, porque se negaba a descansar, se negaba a abandonar el trabajo, la militancia, la lucha permanente.

Yo, los primeros meses estaba enojada con él porque me habí­a abandonado, pero ahora siento que nunca me va a abandonar, porque está en cada uno de ustedes, en cada una de esas banderas que levantan miles y miles de jóvenes, en cada uno de esos artistas e intelectuales que nos acompañan, está presente en los miles y miles de latinoamericanos que cuando voy a sus paí­ses lo recuerdan con cariño y con afecto, con ese apenas 22 por ciento, descolgar cuadros, impulsar las leyes de la impunidad. También construir una nueva Corte de Justicia lo recuerda muy bien, lo recuerdo como si fuera hoy. Nos habí­an amenazado con volver a dolarizar la economí­a y estábamos en Olivos esperando que nos confirmaran que habí­an tomado esa decisión. Me acuerdo que llegó un ministro y nos comentó que se habí­a entrevistado con un magistrado de la Corte y le habí­a confirmado que estaba tomada la decisión de la dolarización.

Y ahí­ nomás, sin pensarlo tomó la decisión de hablarle al pueblo y contarle lo que estaba pasando, porque el se debí­a por sobre todas las cosas en la voluntad y en el pueblo, porque son los únicos que nunca traicionan. Por eso, habló al pueblo y habló al Parlamento y tuvimos una nueva Corte.

Y yo quiero reivindicar también para él que podrí­a haber hecho lo que hicieron otros presidentes de la democracia, y que tení­an el derecho a hacerlo porque lo establece la Constitución. No estoy criticando a nadie, pero él sabí­a y querí­a dar testimonio de que en realidad querí­a una Justicia independiente porque en la democracia se habí­an venido renovando los poderes como corresponde, se elige presidente cada 4 años, se eligen diputados cada 2, se eligen senadores cada 3. Pero él sabí­a que habí­a que renovar profundamente ese poder que dictadura tras dictadura o gobierno tras gobierno seguí­an formando parte de algún sector que se cree privilegiado por sobre el resto de los ciudadanos o sobre el resto de los poderes.

Por eso, tomó la decisión, profunda, comprometida, jugada como era él, de proponer un método para la selección de los magistrados que estuviera sometido a la opinión pública, pero además, lo más importante fue, que no llamó a ningún amigo, a ninguna de las personas que él propuso como miembro de la Corte era amigo o conocido. Por el contrario, e inclusive le dio lugar a algún opositor. Fue el único presidente de todas las democracias que hizo eso.

Por eso, creo que es importante que hoy todos juntos valoricemos esta democracia y demandemos también mayor profundización en la democratización de los tres poderes del Estado. Es necesario que la independencia sea no sólo en el poder polí­tico, sino también del poder económico de las corporaciones.

Es imprescindible, la gente siente que hay bolsones, que hay sectores que se siguen conduciendo con una lógica de no respeto a la voluntad popular. Y no lo digo únicamente por la Ley de Medios, lo digo también por esos ciudadanos, esas ciudadanas que por allí­ ven que magistrados o jueces sin responsabilidad, dejan en libertad a personas que vuelven a delinquir, a matar, o a violar. La gente está cansada de todo eso, quiere realmente una Justicia que sirva al pueblo, que sienta que allí­ están sus responsabilidades, que sea menos corporativa. Siempre se nos exige a nosotros los polí­ticos, seamos del Poder Ejecutivo o del Poder Legislativo, comportamientos o conductas que deben tener decoro, ciudadanos de decoro democrático. Nosotros también exigimos para todos los poderes del Estado la misma conducta y comportamiento de decoro republicano, independencia y respeto a la voluntad popular, a la voluntad del Parlamento. Porque si no se tiene respeto a la voluntad del Parlamento donde está representada la esencia de la democracia, en esa Cámara de Diputados donde se representa al pueblo, en esa Cámara de Senadores donde están representadas las 23 provincias argentinas y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, si no se respetan las leyes que legalmente emanan de allí­, de qué democracia estamos hablando.

Yo quiero una democracia plena y profunda comprometida, sin privilegios. Porque los sectores minoritarios, y estoy hablando de las minorí­as polí­ticas, no estoy hablando de las minorí­as culturales, estoy hablando de ese poder económico minoritario, ultraminoritario y concentrado, que en una etapa se sirvieron de los militares. Por eso tenemos solamente 29 años de democracia, porque vamos a decirlo con todas la letras: no eran golpes militares, eran golpes cí­vico-militares. Hay que decirlo de una buena vez por todas.

Esto no significa exculpar a quienes cometieron atrocidades, pero significa también que esas Fuerzas Armadas tomen conciencia de cómo fueron utilizadas por grupos minoritarios para luego lavarse las manos. Es importante esta comprensión de la historia para no equivocarnos y también superar antinomias y divisiones.

Luego, el otro dí­a cuando veí­a la pelí­cula de él, cuando hablaba, creo que entre un grupo de intelectuales de Carta Abierta, y hablaba de que primero tení­an los fierros, los fierros de los tanques, de las Fuerzas Armadas y cuando esto se acabó, tení­an los fierros mediáticos, creo que utilizaron esa palabra, se referí­a precisamente al hecho que habí­a y lo escuchábamos recién al presidente Alfonsí­n, ví­ctima también de esos fierros mediáticos, ví­ctima también de esos intentos de golpe militar donde el peronismo estuvo al lado de él como debí­a estarlo, porque sabí­amos que éramos las principales ví­ctimas.

Era común escuchar que con 4 tapas de un determinado diario se tumbaban los gobiernos. Eso pasaba y era cierto, los polí­ticos les tení­an miedo, algunos todaví­a le temen.
Les hemos demostrado también que este gobierno que empezó con el 22 por ciento de los votos, que en mi campaña del 2007 sufrimos durante el año o meses, los más feroces ataques mediáticos; pudimos ganar con el 46 por ciento y les volvimos a demostrar en el año 2011, después de 8 años y medio de gobierno y de 365 tapas de diario en contra, que tení­amos también nuestro proyecto de gobierno, la voluntad popular.

Fuimos creciendo porque fueron creciendo nuestras polí­ticas, porque no tuvimos miedo, porque sabemos que los desafí­os de construir la democracia se hace todos los dí­as. No fueron los únicos intentos.

Yo me voy a permitir agregar que cuando a algunos les fallan los fierros mediáticos intentan construir fierros judiciales para poder tumbar a cualquier gobierno. Sé que hay alguien que anda diciendo por ahí­ de que con 4 fallos se cae el gobierno.

Yo quiero decirles a todos, a todos los argentinos, con las cosas que nos han tocado vivir a todos en estos años, lo que nos ha tocado vivir a nuestra fuerza polí­tico, nuestro proyecto polí­tico, lo que me ha tocado vivir en términos personales, yo quiero darle certeza al pueblo argentino que nosotros somos como la cigarra, no la de la fábula de Esopo, porque no somos una fábula y porque además no somos una cigarra haragana, trabajamos todos los dí­as todos los dí­as. Nosotros somos como la cigarra de Marí­a Elena Walsh, esa que la mataron mil veces y mil veces sobrevivimos y nos levantamos de nuestras propias cenizas como lo hizo el pueblo argentino una y mil veces más, apoyados en nuestras convicciones, apoyados en nuestras realizaciones.

Por eso, porque somos como esa cigarra, que mil veces la mataron y mil veces renació y que como ella no insultamos ni agraviamos ni descalificamos, cantamos con alegrí­a y con amor a la vida y a las realizaciones.

Por eso estamos en este dí­a festejando la diversidad, la pluralidad, la democracia, con la certeza que en estas convicciones, que él nos dejó en la Casa de Gobierno, que también eran las convicciones de una generación diezmada, que fue la que debió haber ocupado ese lugar en la historia, son las convicciones que nos han hecho fuertes, son las convicciones que nos han permitido generar millones de puestos de trabajo, las convicciones que nos permitieron duplicar la clase media, las convicciones que nos permitieron volver a levantar las convenciones colectivas de trabajo para los millones y millones de trabajadores, las convicciones que nos permitieron finalmente que estas mujeres, que esperaron más de 20 años, tengan justicia.

¡Cómo no vamos a esperar nosotros unos dí­as o unos meses si ellas esperaron por sus hijos años en demanda de justicia, de memoria y de verdad!

Ellas son el ejemplo y nosotros, todos nosotros, no sólo los que conformamos esta fuerza polí­tica, este proyecto polí­tico. Yo invito a todos los argentinos, no a que piensen como piensan ellas o como pienso yo, sino a que tengan el mismo comportamiento y la misma conducta, que es otra cosa, porque las ideas no se pueden defender con insultos, agravios, descalificaciones, prepotencia o presionando, al contrario, si las convicciones son verdaderas, si son profundas, si responden a los intereses populares, tenemos que tener la inteligencia, la serenidad, la perseverancia y saber que vamos a tener y seguir teniendo una y mil provocaciones. Quiero que sepan los 40 millones de argentinos que esta Presidenta tiene una inmensa responsabilidad, la de llevar a buen puerto este barco que es la Argentina, este barco que lo hundieron en el 2001, que reconstruimos pedazo a pedazo, que es atacado desde afuera por algunos griessas y de adentro también por otros griessas y otras compañí­as, pero quiero que tengan la certeza, como lo hago todos los dí­as, donde me tengo que ocupar de que las cosas sigan en la buena marcha, es muy difí­cil ser presidenta de un paí­s, de cualquier paí­s, pero yo les aseguro, luego de recorrer muchos lugares que ser presidenta de la República Argentina cuesta un poquitito más que en otras partes.

No tengan duda, yo tengo toda la fuerza que me dan ustedes, yo solo aflojo si ustedes aflojan.
Por eso me voy a seguir ocupando de todos, atajando penales como atajo penales todos los dí­as, goles en contra, penales, fauls, ¿así­ se dice? Fules, que te ponen la pata, que te dan un codazo, que se regocijan algunos…Es increí­ble leerlo y escucharlo en algunos medios o en letras de molde que se regocijen cuando un juez de un paí­s extraño quiere frustrar uno de los mayores logros que ha tenido, no mi gobierno ni el de Néstor, sino la Argentina, si la deuda no es mí­a ni de él, es de los 40 millones de argentinos, que tuvimos que reestructurar.

Es increí­ble que algunos se regocijen por ese hecho casi vandálico cometido contra nuestra Fragata Libertad, casi similar a que si hubieran tomado una embajada.
¡Cómo pueden ponerse del lado, ya ni siquiera del de afuera, sino en contra de los más elementales principios de justicia y de equidad! Podemos tener ideas diferentes, pero no les hemos hecho absolutamente nada; al contrario, muchos de ellos, esos núcleos concentrados que estaban fundidos casi, o no porque a lo mejor habí­an podido sacar su plata afuera, han seguido creciendo y ganando como nunca.

Por eso cuando el otro dí­a en Brasil, y para terminar, con mi querida compañera y amiga, la presidenta Dilma Rousseff…, se lo merece, un fuerte aplauso para esa mujer que sufrió en su juventud cárcel y tortura y hoy conduce con dignidad, capacidad y orgullo una de las primeras economí­as del mundo y es nuestro principal socio en esta polí­tica de Estado que es el MERCOSUR. Antes de ir a entrevistarme con ella leí­a un resumen de las noticias de los diarios del dí­a viernes que, por supuesto, obviamente, yo estaba en Brasil no habí­a leí­do, y leí­a que un juez, no importa el apellido, decí­a que la Asignación Universal por Hijo estaba mal, que estaban mal las jubilaciones que habí­an entrado de aquellos que no habí­an podido totalizar los aportes, porque se perjudicaba a los jubilados.

¡Pero en qué paí­s vive ese juez! Si hasta que llegamos nosotros nadie les habí­a aumentado un mango a los jubilados durante décadas.

¿Dónde viví­an, dónde viven, dónde estaban cuando las jubilaciones estaban congeladas, cuando habí­a 25 por ciento de desempleo? ¿Dónde estaban cuando millones de viejos no podí­an jubilarse porque les habí­an robado los aportes que les habí­an descontado y no podí­an tener una jubilación? No estaban allí­ para defender los derechos de nadie, al contrario.

Por eso quiero decirles que en realidad pareciera que las cosas fueron contra el gobierno o contra esta Presidenta, pero en realidad no es que vienen por este gobierno ni por esta Presidenta, son por las conquistas sociales, son por los 3 millones y medio de chicos con Asignación Universal por Hijo que ya no permite que sus padres sean explotados, que tienen que pagarles un mejor salario, en negro aunque sea, pero mejor salario.

Dios nos libre de gente que piense de esa manera y Dios nos libre de hombres y mujeres que puedan firmar sentencias y que tengan estos pensamientos en la cabeza. ¡Pobres argentinos!

Por eso les digo que es necesario profundizar esta democracia. Y también, desde esta plaza, quiero pedirle a Dios por un querido amigo y compañero que ayudó a la Argentina cuando nadie la ayudaba, que le tendió una mano generosa. Yo pido que todos le pidamos a Dios y el que no le pida a quien quiera, que le devuelva la salud al querido presidente Hugo Chávez de la República Bolivariana de Venezuela.
Querido Hugo: acá estamos los argentinos de buena fe deseándote una pronta mejorí­a.

Y pedirle también a Dios que me dé fuerzas, que me ayude, que nos ayude a todos a ser un poco mejores todos los dí­as, que nos dé a todos serenidad, templanza, confianza en nosotros mismos, que no bajemos los brazos, que no nos desanimemos, que pensemos en él que se mantuvo erguido siempre, sin cálculos, sin pensar qué podí­a pasarle.

Finalmente mis queridos compatriotas, una vez más lo que es imprescindible para tener no solamente 29 años de democracia, sino 100, 200 o 300, es la unidad popular, la unidad del pueblo, de los trabajadores, de los cientí­ficos, de los intelectuales, de los artistas, de los estudiantes, de los profesionales, de los agricultores, de los campesinos, de los productores, de los empresarios, esta unidad nacional imprescindible para seguir creciendo y pedirle a Dios que bendiga a todos ustedes, a nuestro pueblo y a nuestra Nación para seguir construyendo más democracia, más diversidad, más pluralidad, más derechos humanos, más derechos sociales, más Argentina, más patria porque una vez más lo decimos: hemos vuelto a tener patria, argentinos, algo que nos habí­an arrebatado y la hemos construido entre todos, con el esfuerzo de todos y de todas.

Gracias y feliz Dí­a de los Derechos Humanos y 29 aniversario de nuestra querida democracia argentina.
¡Qué Dios los bendiga a ustedes y a la República Argentina!

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