Susana Viau ˮ“ o Susana Rivas, como se la conoce entre sus íntimos ˮ“ no ganaba para sus sustos en sus columnas. Allí por enero de 2011 escribía sobre las chances presidenciales de Ernesto Sanz “otra estrella que parió el voto no positivoˮ, un político que “en los cenáculos de poder se lo define como un político moderno y brillante al que podrían apoyar en una segunda vueltaˮ. La dura realidad no pudo contra Susana Rivas. Allí fue, en junio de ese mismo año, por otra apuesta: aseguró, para congoja de todos los riverplatenses, que Cristina Kirchner buscaba la fórmula para que River no descienda contra Belgrano, con el fin de no generar un mal clima previo a las elecciones. La brillante profecía chocó contra el arquero Olave y los goles del Picante Pereyra, que habrían desbaratado los planes del oficialismo. Pero nada haría rendir a Susana: unos meses más tarde, embestía contra la recuperada Aerolínes Argentinas y se preguntaba por qué no generaba ganancias en un negocio redondo como, ponía como ejemplo, American Airlines. Apenas unos meses después, los directivos de American Airlines declaraban la quiebra de la empresa y hacían reflexionar, suponemos, a Susana Rivas, como se conoce entre sus íntimos a Susana Viau.
Ok, quizás las profecías no son lo míoˮ, habría dicho Susana a sus allegados después de destruir la carrera de Sanz, enviar a River a la B y quebrar una aerolínea norteamericana. Y fue así que Susana decidió, finalmente, dedicarse al periodismo de ciencia ficción. Un periodismo carente de fuentes, un periodismo literario, que da por cierta fuentes que no existen pero, eso sí, un periodismo que asume que lo que está diciendo es falso. Porque hay extractos llamativos de la columna de Susana Viau de hoy, su última columna antes del 7D ¿casualmente? Extractos llamativos como este que relata que la Presidenta, ante el fallo del juez de los fondos buitres, Thomas Griesa, habría salido al patio de la quinta de Olivos, un día de lluvia, de barro en el pasto, a hablar con el cielo. Así como se oye. Los más allegados a Susana dicen que ella, en vez de hablar con el cielo, los días de lluvia mira películas. Eso no sería grave si no fuera porque, como al Quijote, las películas comienzan a confundirle la realidad con la ficción a Susana, hasta hacerle creer que este extracto de la película V de Venganza sucedió en Olivos, y a Cristina en vez de a Natalie Portman:
Pero decíamos que ese párrafo, del orden de las fantasías de Susana Rivas ˮ“ como la conocen sus más íntimos ˮ“ no es el más llamativo. Es, incluso, muchísimo más revelador que la propia Susana, en lucha contra sí misma, nos alerte en su misma nota que “aunque el episodio no fuera sino el producto de alguna imaginación fosforescente, sólo una cierta inestabilidad puede explicar la excéntrica conductaˮ de la Presidenta. Pocas veces ha el periodismo asumido que sus fuentes son falsas e incluso el fruto de su propia imaginación y este sincericidio de Susana ayuda a comprender.
Dice un dicho popular que “si la realidad contradice mis principios, peor para la realidadˮ. Faltan pocos días para el 7D y la desesperación toma formas extrañas, desde denunciar penalmente a periodistas por sus opiniones editoriales hasta inventar sucesos que ocurren y negar su existencia a los dos párrafos siguientes.
Sentada en su sillón, Susana Rivas, como la conocen sus más cercanos, espera la llegada del 7D escribiendo notas que, además de cercanas a la misoginia, suponen un ataque al Gobierno. Y, sin embargo, no hay mejor defensa para de la Ley de Servicios Audiovisuales que el hecho de que en este país cada periodista tiene total libertad de decir lo que tenga ganas, sean estos datos chequeados o inspiraciones artísticas del orden de lo literario, sin respaldo en los hechos.