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Destino: Estación Rodolfo Walsh

La estación de subte Entre Rí­os, ahora se llama Rodolfo Walsh

El viernes 15 de junio al mediodí­a, los integrantes de Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (AGTSyP) le pusieron el nombre de Rodolfo Walsh a la estación de subte Entre Rí­os de la lí­nea E.

San Juan y Entre Rí­os, la misma esquina donde un 25 de marzo de 1977, entre las 2 y las 4 de la tarde, un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada asesinó a Rodolfo Walsh. Poco más de 35 años después, en el marco de un emotivo acto, se cambió la cartelerí­a de la estación y se colocaron fotos del escritor, periodista y militante en los andenes.

El compañero Horacio Pietragalla y los compañeros de La Cámpora en San Cristóbal participaron de la jornada; estaban presentes también: Lilia Ferreyra, la compañera de Walsh; el historiador Osvaldo Bayer; el periodista Pablo Llonto   y Charly Pisoni, de la Agrupación H.I.J.O.S, entre otros.

Pietragalla afirmó que “este es un merecido homenaje a alguien que expresó la voz de un montón de militantes, que nos dejó una Carta a las Juntas con tal contundencia que sigue siendo fundamental como material histórico, para cualquier militante a la hora de explicar a los más chicos qué pasó en la última dictadura”.

Luego del cambio de nombre de la estación, Miguel íngel Sánchez, secretario de Derechos Humanos de AGTSyP, convocó a tomar la palabra a Lilia Ferreyra, quien celebró la iniciativa del homenaje a quien fuera su compañero y la calificó como “un triunfo de la memoria”.

Beto Pianelli, secretario general de AGTSyP, explicó que “la iniciativa surgió a partir de una charla con Bayer, en la que reflexionamos acerca de que los nombres de las calles de esta ciudad son de policí­as y milicos, como General Paz, Richieri, Ramón Falcón y este es un intento de poder cambiar esto”.

Bayer, por su parte, expresó que “este proyecto representa mucho porque es una iniciativa de los trabajadores” y agregó que “esto demuestra que la ética triunfa en la vida, porque han pasado más de 30 años y se sigue recordando a un verdadero héroe del pueblo”.

La figura de Rodolfo Walsh sigue siendo representativa para todos aquellos que se obsesionan por entender su tiempo, para poder escuchar y reproducir las voces que suenan por lo bajo. Así­ lo hizo este periodista, escritor, intelectual pero sobre todo  militante, en cada una de sus obras y en cada uno de sus actos.

Como periodista trabajó en las revistas Primera Plana, Panorama, y en el Semanario de la CGT entre 1968 y 1970. En Primera Plana y Panorama publica una serie de reportajes haciendo uso pionero del grabador y volcando a los textos, el habla y los usos del lenguaje común.

En Operación masacre (1957), una de sus obras más reconocidas, Walsh le da voz a los “fusiladosˮ, es la palabra de Juan Carlos Livraga la que narra aquella trágica noche en José León Suárez. Livraga, el hombre que habí­a sobrevivido a las balas fue quien le contó a Rodolfo su versión de los hechos acerca del levantamiento cí­vico-militar contra la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu en junio de 1956. Las palabras del testigo presencial, la trágica historia de aquella noche en el basural, la vida y el testimonio de un sobreviviente llevaron a Walsh a recorrer el camino de una investigación   periodí­stica que no se detuvo jamás.

De esta manera, inaugura un género literario que es la novela de no ficción, adelantándose nueve años a la novela A sangre frí­a (1966) de Truman Capote.

Luego llegarán ¿Quién mató a Rosendo? (1969), El caso Satanowsky (1973) y cuentos,   entre los que podemos encontrar Esa Mujer (1963) y Nota al pie.

Walsh sintetizaba en la siguiente frase: “un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su paí­s, es una contradicción andante y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antologí­a del llanto pero no en la historia viva de su tierraˮ, el compromiso con la historia del pueblo y con su tiempo

En 1976, con la censura establecida por el golpe cí­vico-militar creó la Agencia de Noticias Clandestina, conocida como ANCLA, en la que se proponí­a, junto a otros periodistas, enviar periódicamente cartas a las redacciones de los diarios con la finalidad de “informar a los informadores“. En esas gacetillas se podí­a leer lo siguiente:

“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”.

Será la Carta Abierta a la Junta Militar un testimonio de denuncia acerca de lo que la última dictadura militar ocasionaba y proyectaba para nuestro paí­s, el texto que llevaba en el bolsillo el dí­a que lo asesinaron en la esquina subterránea que desde el viernes, lleva su nombre.

Hoy, a 35 años de su muerte, la lucha de ese gran militante que fue Rodolfo Walsh sigue viva y sus palabras siguen siendo necesarias para escuchar y seguir haciendo oí­r las voces de nuestro pueblo.

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