Opinión

Mi respuesta a Alberto Fernández

Por Aní­bal Fernández

El jefe de Gabinete contesta aquí­ la carta que Alberto Fernández , que ocupó ese cargo entre 2003 y 2008, le dirigió ayer a la Presidenta a través de LA NACION.

Alberto Fernández trata de desmentir, en una carta llena de agravios a la Presidenta, lo que no se ha cansado de confirmar en su constante trajinar mediático: que es una persona al servicio de Héctor Magnetto [CEO del Grupo Clarí­n]. Esa carta sirve para ver en toda su dimensión el accionar del ex jefe de Gabinete. La agresividad para con Cristina, la viuda de quien él llama su “amigo”, es el rasgo distintivo. La mujer que desde el dolor más profundo no pudo ni siquiera llorar tranquila y cuando tuviera ganas, porque más que nunca tuvo que ponerse, literalmente, el paí­s al hombro. ¿Se acuerda del… “sola no va a poder”?

Puede ser que haya acompañado -según él dice- a Néstor Kirchner desde cuando sólo un 2% de los argentinos sabí­an de él, pero no nos olvidemos de que antes fue un soldado incondicional de Domingo Cavallo, a quien conocí­a el 100% de los argentinos, y por polí­ticas que estaban precisamente en las antí­podas de la visión de gobierno de los Kirchner. ¿Se acuerda de que fue diputado por la lista de Domingo Cavallo? Como era de esperar, lo abandonó cuando perdió la elección en la ciudad de Buenos Aires. Como supo decir Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros”. Me pregunto: ¿a qué se debe tanta desesperación por negar cualquier participación en la discusión sobre la actual ley de medios audiovisuales? ¿Por qué dice que ese tema no estaba en la agenda de la Presidenta? ¿Por qué dice que Cristina no lo tení­a en carpeta?

¿No recuerda que cuando era jefe de Gabinete se llevaron a cabo muchas reuniones, a metros de su despacho, con la presencia de la presidenta de la Nación para discutir el tema de la modificación de la entonces ley de radiodifusión? ¿No se acuerda de que el miércoles 16 de abril de 2008 Cristina recibió al colectivo Coalición por una Radiodifusión Democrática? Lo recibió en el Salón Norte de la Casa de Gobierno, donde le entregaron la lista de los veintiún puntos. Suena raro su olvido.

¿Tampoco estaba el 22 de abril de 2008 cuando recibió a sindicatos y federaciones vinculadas con los medios de comunicación? ¿Y el 25 de abril del mismo año, cuando recibió a las entidades empresarias de medios de comunicación? ¿O el 29 de abril de 2008, cuando recibió a 37 universidades, siempre sobre el mismo tema? ¿O el 5 de mayo de 2008, cuando se entrevistó con productores y entidades de los medios de comunicación? ¿O el 6 de mayo de ese año, cuando lo hizo con entidades gestoras de derechos artí­sticos e intelectuales como Sadaic y Argentores? ¿O el 29 de mayo, cuando se encontró con el sector cooperativo en materia de comunicación?

Suena raro, ¿no? Tanta gente dando vueltas por la Casa de Gobierno durante tantos dí­as y que el jefe de Gabinete no se enterara.

Pero, sin lugar a dudas, lo que más le molesta y lo saca de quicio es cualquier mención sobre la “particular” relación que conserva desde entonces con el Grupo Clarí­n. Clarí­n embate contra la juventud, Alberto embate contra la juventud. Clarí­n dice que Papel Prensa fue bien adquirida mientras brindaban con la dictadura y Alberto dice que Papel Prensa estuvo bien adquirida. Clarí­n se queja de la ley de medios audiovisuales, Alberto también. Clarí­n no está de acuerdo con la recuperación de los fondos de los jubilados y Alberto tampoco. Clarí­n miente y Alberto? también.

Por favor, no hable en nombre de Néstor cuando usted excedió su relación con Clarí­n más allá de lo dispuesto por Néstor. Por favor, no hable de lo que hubiera hecho Néstor o de lo que no hubiera hecho. Deberí­a tener un poquito de vergí¼enza. No mucha, tan sólo algo. Alguito?

A veces pienso que Alberto, el hombre que vive la realidad, deberí­a ser candidato. Es raro que no lo sea, siendo que se atribuye la fundación y la interpretación de lo que piensa “la gente”. Sacarí­a cientos de miles de votos, pero, como entre sus hipervirtudes figura la de tiempista, debe estar esperando el momento.

Alberto Fernández, ¿por qué no cuenta la verdad? ¿Por qué no dice que cuando ya estaba definitivamente decidido que Cristina fuera la candidata, usted cambió de estrategia y se planteó: si tení­a capacidad para influir en ciertas decisiones al lado de Néstor, ¿cómo no iba a poder hacerlo cuando la presidenta fuera Cristina? Por supuesto que un cachito de misoginia a nadie le sienta mal.

Usted estaba seguro de que, imperiosamente, Cristina necesitarí­a de su persona para resolver cada uno de los problemas del paí­s; ergo, así­ incrementaba la ya mencionada y para nada despreciable cuota de poder. A mí­ en persona supo decirme: “Antes de hablar con Cristina, me contás las cosas a mí­”. De más está decir que, con la disciplina que me caracteriza, jamás le di pelota.

Sin embargo, no pudo con ella. Comenzó a ver dí­a a dí­a que la pretendida influencia sobre la Presidenta no sólo no se incrementaba, sino que se hací­a muy difí­cil influir en las decisiones de una mujer muy formada, decidida y blindada contra alcahuetes y falsos influyentes.

Eso fue lo que lo llevó a tramar la farsa de la renuncia. Estuvimos juntos la noche anterior y nada dijo. Claro, no podí­a decir nada ya que tení­a pensado entregar a primera hora el texto de la renuncia a los medios, un tiempo antes de que pudiera enterarse la propia presidenta de la Nación.

Uno siempre supone que los hombres manejan estas cosas con el cuidado y el respeto del caso. Ello no sucedió, ya que su vocación no era irse del Gobierno, sino que la propia Presidenta sucumbiera ante la preocupación por su partida y le permitiera determinadas acciones, lo que se leerí­a como un triunfo polí­tico para él, únicamente para él porque, desde cualquier lugar que se lo mirara, no tení­a razón de ser.

En cambio, y contra sus planes, la Presidenta lo recibió por teléfono, notificándole que estaba decidido su reemplazo. Entiendo que llega la hora de terminar con tanta mentira y desparpajo. Piedra libre para Alberto Fernández. Lo descubrieron. Te descubrimos. Ya está, aflojá.

Ah? es imperioso aclarar que ninguno de nosotros comparte su visión de que alguien quiera parecer heroico, aunque está bien que usted lo vea así­. Usted, vivito y coleando, interpretando al muerto mientras degusta almuerzos con Van der Kooy. De corazón? ¿no le da cosa?

Pero bueno, para Alberto, cualquier clase de votos siempre fueron secundarios. Y eso que su “amigo” Néstor siempre le dio toda la libertad polí­tica en la ciudad autónoma para construir. Gracias a Alberto, el hombre que vive en la realidad, Filmus y Telerman fueron por separado. Porque Alberto prometió y mintió y Néstor creyó.

Pero bueno, no es cosa de ahondar donde no hay profundidad. Y es que Alberto Fernández se muestra solo. Está claro que si su “amigo” está o no está le da lo mismo. Está claro a quién sirve. Como está claro que si él estuvo con Néstor desde que medí­a 2%, Cristina, la del mundo dual -como dice Alberto-, estuvo con él desde siempre. Tanto estuvo que, hasta alguna vez, los metieron presos juntos.

En pocas palabras, por favor no lo llame amigo, porque los pocos amigos que se tienen en la vida se acercaron a la familia más allá de la coyuntura polí­tica. Porque un amigo no escribe lo que usted escribió.

La verdad es que da pena que de jefe de Gabinete de Néstor Kirchner termine de operador de Héctor Magnetto. Da pena. Porque, ¿sabe qué?, en la vida lo más importante no es cómo se comienza, sino cómo se termina.

Por último, ésta será la única vez en la que me referiré a esta penosa cuestión. Sentí­ la obligación personal de no callarme.

La Nación

Ambiente
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