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Histórico discurso de una militante peronista

Compañeros y compañeras: quisiera poder contarles de la mejor manera, lo que siento en este momento.

Verlos a ustedes me hace recordar parte de la historia de mi propia vida y también la de nuestro paí­s.

Déjenme decirles que siento una sana envidia por todos ustedes. Pero no por lo que seguramente alguno mañana va a decir “claro, querrí­a tener 20 años, por eso se hace la nena”. No, qué va.

¿Saben por qué les tengo envidia? Porque cuando yo fui joven como ustedes, cuando junto a miles y millones de argentinos apostábamos a un paí­s diferente, no tuvimos la suerte que tienen ustedes hoy de vivir en un paí­s con todas las libertades.

Si nosotros, en lugar de haber sido una juventud que crecí­a en medio de golpes de Estado, sin libertades, sin elecciones, hubiéramos podido tener esta Argentina que estamos construyendo entre todos, donde por primera vez estamos construyendo ciudadaní­a social con los derechos económicos de los trabajadores, de los jubilados, de la educación pública, pero al mismo tiempo lo estamos haciendo en un marco de libertad y democracia; si nosotros hubiéramos podido sentarnos junto a los jóvenes de la Juventud Sindical, como ustedes se sientan ahora, ¡qué paí­s diferente hubiéramos tenido!

Frente a ustedes, a la que denomino “Juventud Peronista del Bicentenario”, déjenme decirles que cuando uno mira estos últimos 40 años -y no vine a hablar acá, les digo, como Presidenta de la República, olví­dense, acá soy una más, olví­dense, el que está mirando por televisión y quiere escuchar a la Presidenta, que apague el televisor, solamente va a escuchar a una militante peronista, es lo que siempre voy a ser, desde que nací­ hasta que me muera-, surge inevitable, chicos -porque estamos hablando aquí­ y vengo a hablar también como testigo de época-, comparar cuando uno le habla a la juventud de hoy de la Argentina de hoy, de esta Argentina de hoy, surge inevitable repasar y repensar qué es lo que hicimos en estos años.

Yo formé parte de la juventud maravillosa, de esa juventud que no tuvo la oportunidad que hoy tenemos aquí­, de esa juventud que fue masacrada durante la dictadura más terrible de la que se tenga memoria, y si se me permite, la dictadura que vino a terminar, realmente, con el modelo industrial y de generación de trabajo. Porque tal vez en aquel momento histórico no se entendió, pero nosotros -y cuando hablo de nosotros aquí­, hablo de los argentinos- en marzo de 1976 habí­amos alcanzado eso que dijo el Cuervo Juan -no me acuerdo cuál de los dos, el 50 y 50- éramos prácticamente el 50 y el 50 la participación del Producto Bruto entre trabajadores y empresarios y nadie puede creer, obviamente, que ese grado de participación se habí­a hecho en apenas los tres años de gobierno que hubo del ’73 al ’76. Es que, pese a las dictaduras y a los gobiernos de facto, el modelo industrial, el modelo de generación de valor agregado, no lo habí­an podido destruir.

Miren, yo quiero contarles algo: el Cordobazo lo hicieron los obreros automotrices mejor pagos de toda América latina. Eran otras las luchas, eran las luchas por los derechos civiles y polí­ticos, por los derechos sindicales. Pero habí­a un modelo económico que seguí­a permitiendo que se generara clase media en el paí­s, que hubiera movilidad social ascendente. Hasta recuerdo algún gobierno de facto sancionando una ley de compre nacional e impulsando la sustitución de importaciones.

Pese a todo eso, debemos caracterizar, entonces, para no equivocarse, porque, claro, cuando uno mira en perspectiva es diferente, puede verlo con mayor claridad, y la verdad es que fue el 24 de marzo de 1976 donde se vino a destruir especí­ficamente la matriz industrial de clase media y generadora de valor agregado que habí­a significado el primero y el segundo gobierno peronista.

Las otras dictaduras, habí­an sido simplemente golpes de Estado para impedir la realización de elecciones libres y populares porque indefectiblemente las ganaba siempre el peronismo. Y también debemos decir, compañeros y compañeras, con mucho respeto y sin ánimo de armar polémica, pero que no nos vengan a dar lecciones de democracia e instituciones porque nosotros nunca subimos con ningún partido polí­tico proscrito en el paí­s, jamás fuimos gobierno con proscripciones polí­ticas, jamás. Cuando nos tocó perder, nos tocó perder en buena ley, compitiendo libre y democráticamente.

Por eso digo, ¡qué suerte que tienen ustedes!

Después vino el advenimiento de la democracia y también la incorporación de miles de jóvenes a otro partido y a otro movimiento que no era el nuestro. De vuelta la polí­tica volví­a a convocar a miles de jóvenes que apostaron a la construcción de la democracia.

Y el análisis debe ser frí­o, desapasionado para no equivocarnos, porque donde tenemos que ser apasionados es en la ejecución de nuestras convicciones y nuestros ideales. Pero como cuadros polí­ticos, tenemos la obligación de analizar la historia en su exacta dimensión.

Recién señalaba el Cuervo que este es el acto polí­tico más importante. Porque es cierto, la juventud se fue retirando; aquella juventud que ilusionada se incorporó a la democracia, se batió en retirada. Se batió en retirada a partir de las cosas que pasaron en la República Argentina: la leyes de la impunidad, nuevamente la equivocación de creer que los trabajadores y los sindicatos son el problema cuando, en realidad, son parte de la solución y deben ser convocados junto al resto de todos los sectores sociales a realizar un paí­s más justo, más equitativo, más homogéneo, más cohesionado.

¡Qué nos pasa! Y acá quiero hablarnos -y no es una cuestión de clase, por favor, soy peronista- a nosotros mismos, a esta clase media tan volátil, a esta clase media como yo, universitaria, a la clase media que muchas veces no entiende y cree que separándose de los laburantes, de los morochos, le va a ir mejor. Le pasó a todos, es como el sino de las grandes frustraciones en la historia argentina.

Yo creo que, tal vez, junto a todas las cosas que hemos construido en estos años, una de las más importantes haya sido visualizar, identificar a los trabajadores como uno de los componentes esenciales pero tampoco el único. Creemos en una sociedad policlasista, diversa, en lo cultural, plural.

Por eso también asistimos a actos que nunca habí­amos podido imaginar que podí­an realizarse y lo hicimos con alegrí­a otorgando mayores derechos, ampliando derechos a las minorí­as, reconociendo la diversidad en este proyecto que es plural. Nunca, yo les puedo asegurar que nunca, hubo la libertad que hoy se vive en nuestro paí­s, libertad de prensa para decir lo que se le dé la gana a cualquiera y bienvenida que así­ sea, libertad para expresarse. Y junto a eso, junto al derecho a la libertad, el derecho a la igualdad que se construye todos los dí­as y en todos los campos, pero que requiere de instrumentos que hemos venido puntualmente enarbolando en todas las polí­ticas desde el año 2003.

Hubiera sido imposible llegar a este punto sin haber abordado el problema central que tení­a la Argentina en materia de endeudamiento. Toda mi juventud y parte de mi vida adulta en la polí­tica, fue la consigna contra la deuda externa y el Fondo Monetario Internacional. Todos decí­an que no se podí­a; yo he sido legisladora durante todos los gobiernos desde 1995 a la fecha y puedo dar fe sobre cómo vení­an y presionaban para que se levantara la mano porque sino se caí­a el mundo.

Y un dí­a dijimos que habí­a que terminar con esa polí­tica de subordinación y el mundo no se cayó, sino que la Argentina se levantó y comenzamos a generar polí­ticas activas que nos permitieron volver a tener desocupación de un dí­gito, millones de puestos de trabajo generados en estos años, escuelas, quintuplicar el presupuesto universitario, financiamiento para la educación pública, columna vertebral de este proyecto polí­tico, la educación pública.

¡Dios mí­o, cómo hemos crecido, cómo ha crecido esta democracia que a pasado de repartir zapatillas a computadoras a los chicos en los colegios! ¡Dios mí­o si no hemos crecido!

Polí­tica socialmente, como sociedad, como paí­s.

¡Me siento tan orgullosa de formar parte de este proyecto! Como cuando decidimos también recuperar la administración de los recursos de los trabajadores. Que quede claro: recursos de los trabajadores que administraban en lo que yo sí­ puedo demostrar que era capitalismo y amigos, en serio. Y por eso tomamos la decisión de recuperar esa administración que nos ha permitido hoy realizar la polí­tica de cobertura social más transformadora de las últimas décadas: la Asignación Universal por Hijo.

Esa asignación que serí­a imposible de llevar a cabo si no hubiéramos recuperado la administración de los recursos de los trabajadores. No digamos más de las AFJP, las AFJP se habí­an apropiado de los recursos de los trabajadores, es exactamente al revés. Es que hasta dialécticamente nos entrampan, hasta en el discurso entrampan.

Y pudimos también con esa recuperación establecer la movilidad para que nuestros jubilados y pensionados tengan dos aumentos por año, luego de décadas de los que congelaron y descontaron jubilaciones. Cuando veo y escucho a algunos dirigentes polí­ticos de la oposición, los mismos que escuché y vi durante los años 1999, 2000, 2001, hablar como hablan, siento que solamente se puede hablar así­ cuando hay una inmensa impunidad mediática donde nadie les repregunta nada ni nadie los pone en evidencia, es la única manera de que puedan hablar. A nosotros cuando alguien nos pregunta algo nos interrogan, a ellos los escuchan, pero no importa, esto nos hace muy bien porque nos hace ejercitarnos como cuadros en la dialéctica y en la decisión. Es bueno, yo se los aseguro, es muy bueno.

También esta Ley de Servicios de Medios Audiovisuales, porque así­ como hasta hace poco habí­a una democracia condicional con las leyes de impunidad, hoy todaví­a tenemos una democracia tutelar hasta que logremos realmente la verdadera libertad de expresión, que es que puedan escucharse toda las voces, toda las opiniones, todas. Por eso esperamos que el Estado en la división de sus tres poderes les garantice a todos los ciudadanos, ya lo hemos hecho desde el Ejecutivo con un proyecto participativo como nunca se vio, desde el Legislativo aprobándolo con una mayorí­a transversal, plural, diversa, de distintos partidos y distintos sectores, mayorí­a abrumadora; esperamos que el Estado garantice a todos sus ciudadanos lo que es central: la igualdad ante la ley, que nadie tiene coronita, que la ley es para todos, que las leyes se sancionan para ser cumplidas y que esa obligación es del Estado, es el Estado el que tiene que garantizar en sus tres poderes la igualdad de todos los ciudadanos. Todaví­a nos falta un poco, algunos son más iguales que otros y otros son menos iguales, y creo que también ese debe ser uno de los grandes objetivos de esta juventud, la igualdad y la equidad, seguir avanzando, seguir demandando, seguir profundizando.

Yo no quiero olvidarme de esta tarde maravillosa del Luna Park, yo también los quiero mucho, no saben cuánto, es como si viera a miles que ya no están, están en la cara de todos su ustedes. No quiero olvidarme, cuando lo escuchaba a Juan, la primera vez que lo escuché y lo vi a Juan Cabandié fue en el 2004, el 24 de marzo creo del 2004, ¿no Juan? Era una tarde de calor como pocas veces tuvimos calor, habí­amos ido a recuperar para la memoria de los argentinos y para la verdad y la justicia en nuestra historia, la ESMA. Ahí­ habló Juan porque él habí­a nacido allí­, en la ESMA. Todaví­a recuerdo esa tarde, con todos los brazos en alto, con los dedos en V, con el Himno de Charlie, yo creí­ por un instante que no lo iba a poder soportar, que me iba a desmayar, debe haber sido una de las experiencias más fuertes que he vivido en mi vida, me acuerdo que en un momento creí­ que me desmayaba. Y quiero rescatar acá también lo que para mí­ significó, como ciudadana argentina, como militante polí­tica, que las leyes de la impunidad fueran declaradas inconstitucionales y que finalmente los responsables de la mayor tragedia que recuerda nuestra historia tuvieran los juicios y los derechos que no le otorgaron a miles y millones de argentinos.

Y que nadie se engañe, porque nos venimos a enterar todos los dí­as que no fue un golpe, como nos hicieron creer, contra la subversión o contra los que empuñaban las armas, todos los dí­as vemos aparecer gente que no tení­a absolutamente nada que ver y se quedaron con sus bienes, con sus recursos, con sus vidas, con su historia. Fue algo mucho más terrible porque en definitiva fue arrancarnos una matriz productiva, una matriz de identidad que permitió luego que vinieran otras generaciones que creí­an que no era conveniente arriesgarse tanto, porque no hay que ser malo y pensar qué es lo que nos pasó a los argentinos después de eso. El miedo, el miedo a ir un poco más allá por lo que podí­a pasar se instaló definitivamente y en base ese miedo se siguió arrancando derechos, destruyendo trabajos, terminando con las esperanzas y las ilusiones de la gente.

Por eso digo que lo más importante que hoy podemos ofrecer a todos los argentinos es que vivimos en un paí­s donde nadie tiene miedo a decir lo que piensa y lo que quiere, nadie. Nadie tiene miedo, es maravilloso, lo vemos todos los dí­as, dí­ganme en qué otro momento de la historia argentina alguien ha encendido un televisor o una radio y ha visto insultar con tanta elegancia y cultura a quien ejerce la Primera Magistratura todos los dí­as. Dí­ganme cuándo vieron que los insultos fueran por su condición de mujer o porque te arreglás el pelo o te pintás los ojos. Es que no tienen argumentos polí­ticos valederos para enfrentar, para debatir, para discutir. Atrasan 40, 50 ó 60 años, siguen con la rémora de los años 40 y 50, como no tienen argumentos polí­ticos para debatir te corren con pavadas y banalidades para no tener que discutir el fondo de las cosas.

Y nos habremos equivocado, claro que sí­, pero acuérdense, no nos critican por las equivocaciones, nos critican por los aciertos, por las buenas polí­ticas, por la equidad, por la igualdad, porque no hay más impunidad en la República Argentina, por eso nos critican compañeros, y si es por eso que sigan criticando, que sigan criticando.

Tenemos espaldas para aguantar, no lo hacemos porque nos creamos heroí­nas o demasiado fuertes, al contrario, es la voluntad inquebrantable de saber que tenemos un compromiso con nuestra propia historia y con el paí­s, un paí­s que ha sido demasiado castigado.

Por eso créame que cuando en este Bicentenario, este 25 de Mayo vi a millones de argentinos volcados a las calles festejando con alegrí­a, reconociéndose los unos con los otros, sorprendiéndose de que no pasaba nada y éramos millones y millones volcados a la calle, de todos los partidos, de todas las ideas, de todas las religiones, de todas las clases sociales, de todas las profesiones, de todas las edades, de todas las provincias; nos dimos cuenta que nos querí­an convencer de que éramos sucios, feos y malos, y los argentinos tendremos defectos pero…, también hay algunos que no son peronistas, que están con nosotros y son fantásticos también, así­ que vamos para adelante, porque otra cosa que aprendimos, y tal vez no lo supimos escuchar bien oportunamente, es que para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino, ¡a levantar esa consigna fuerte, a levantar esa consigna fuerte! Porque la unidad nacional es un valor importante para seguir encarando esta transformación que venimos haciendo desde el año 2003.

Por eso digo que los envidio mucho pero esto también les crea mucha responsabilidad, nosotros tuvimos que abrirnos como podí­amos, a los codazos, porque no habí­a libertades, pero cuando uno tiene la oportunidad de poder estudiar, de poder acceder a una universidad pública nacional y gratuita, cuando uno tiene la posibilidad de expresarse con libertad, tiene también la obligación de comprometerse profundamente con la patria y con los que menos tienen, a los que todaví­a hay que llegar.

Yo convoco a los jóvenes de los movimientos sociales, de las organizaciones sindicales, de las juventudes universitarias, de las juventudes territoriales, a todos, a transformarse en un multitudinario colectivo que recorra el paí­s, que vaya ahí­ donde se necesita una mano, una ayuda solidaria. Es el mejor testimonio que podemos dar de nuestro compromiso con el prójimo y con la historia, eso fue humildemente lo que intentamos hacer cuando éramos mucho más jóvenes.

Hoy esta maravillosa movilización no es casualidad, lo dijo el Cuervo, es para ustedes, yo ya fui hermanos, es para ustedes, ustedes son el futuro hermanos, ustedes tienen que llevar las banderas adelante, saber que cada lugar que no ocupa el compañero que tiene objetivos, que cada lugar donde no está la compañera que quiere tender la mano solidaria, es posible que lo ocupe alguno a quien sólo le importa su destino personal.

Tenemos que terminar con una costumbre que se instaló definitivamente en algunas prácticas polí­ticas en nuestro paí­s, lo decí­a el Cuervo: elegir entre tu foto en el diario de mañana o elegir tu lugar en la historia, vos decidí­s dónde querés estar. La televisión son dos minutos y no podés hablar más porque viene el comercial. El diario de hoy mañana es viejo, nadie se acuerda de vos. En la historia están los millones de ignorados que hoy son patriotas y próceres y que si ustedes recorren las diarios de aquellas épocas no existí­an, eran ignorados o criticados.

Yo voy a ser definitivamente feliz el dí­a que pueda volver a ver a millones de jóvenes con sus banderas desplegadas, con sus cánticos, sin violencia, porque tenemos razones, tenemos ideas, tenemos argumentos y tenemos resultados de las polí­ticas que hemos aplicado, no necesitamos convencer por la fuerza a nadie, al contrario, solamente queremos que nos dejen mostrar lo que queremos hacer porque hemos hecho muchas cosas y queremos seguir haciendo muchas más.

Cuando vea a millones de jóvenes que estudian, que trabajan, pero al mismo tiempo se comprometen y eligen un objetivo de vida, ustedes saben, claro que sí­, tenemos las becas universitarias que debemos seguir acrecentando, las becas del Bicentenario, ya tenemos como 30.000 otorgadas… Pero decirles también que yo voy a ser muy feliz el dí­a que todos y cada uno de ustedes, junto a otros millones, puedan construir una imagen diferente de la que algunos quieren imponerle a la juventud. ¿Porque saben cuándo comienzan a pasar determinadas cosas en las sociedades y sobre todo en las más desarrolladas? Cuando se pierden los objetivos, cuando no hay utopí­as, cuando nadie tiene otro motivo para vivir que no sea el cuidarse él mismo. Entonces comienzan a aparecer los problemas. A nosotros que tení­amos grandes ideales nunca se nos dio por creer que con una inhalación o una aspiración í­bamos a ser más felices, al contrario, era parte de las utopí­as de cambiar el mundo que se ha perdido y que también hoy lleva a miles de jóvenes de todas las clases sociales, porque tampoco nos quieran engañar con que solamente son los pobres, los pobres tienen el problema del paco, pero los que tienen plata tienen otras cosas. Entonces quiero sinceramente que cuando abordemos estos temas los abordemos con seriedad, con responsabilidad, pero por sobre todas las cosas con mucha honestidad, necesitamos volver a crear utopí­as, objetivos de vida, ayuda al prójimo, que nos lleven a todos a saber que no hay destinos personales individuales.

Claro que vamos a aguantar, si te parece que no hemos aguantado, ¡mi madre!, hemos aguantado lo que creo que nadie ha aguantado. Gracias, muchas gracias, hemos aguantado y vamos a seguir, vamos a seguir trabajando, este es un proyecto nacional, es un proyecto de los argentinos, es un proyecto de la patria, de la historia, aquí­ están los trabajadores, los jóvenes, los profesionales, los empresarios, aún aquellos que se quejan a pesar de haber ganado como nunca han ganado plata en su vida con estas polí­ticas, que son polí­ticas también para los empresarios, para los comerciantes, para los productores.

Otra cosa que tampoco muchas veces se ha entendido en la República Argentina es que no solamente nos hemos equivocado los jóvenes o la clase media, también se han equivocado los que creí­an que a ellos no les iba a llegar y finalmente en el 2001 les llegó a todos, no quedó nadie afuera, todos. Esto nos debe dar la certeza de que necesitamos la solidaridad como uno de los valores esenciales.

Por eso en esta tarde no tan calurosa como la de aquel 24 de marzo, no tan calurosa climatológicamente pero tal vez mucho más caliente en lo afectivo, en lo emotivo, quiero agradecerles a todos y a todas este ejemplo de militancia, de convocatoria, de unidad. En otros tiempos hubiera habido guerra de lugares, de consignas, qué maravilloso es que todos seamos una sola garganta y un solo corazón para gritar ¡viva la patria, viva la Argentina! ¡Vamos con la juventud, vamos con los trabajadores, con los estudiantes, con la educación pública, con el trabajo, con la vivienda, con los jubilados, con los pensionados, con los empresarios, con los comerciantes, con los productores, con los campesinos, con los agricultores! ¡Vamos que es la oportunidad que se nos ha abierto en la historia de nuestros 200 años! No la desperdiciemos, juntos todos para el mismo lado. Gracias, muchas gracias, los quiero mucho a todos, ¡ahora sí­ arriba todas las banderas, que flameen y que la más alta sea la celeste y blanca, que esa es de todos! Gracias, muchas gracias.

(*) Discurso de la compañera presidenta, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, 14 de septiembre de 2010, Luna Park.

Ciudad de Buenos Aires
El domingo 17 de marzo participamos, por cuarto año consecutivo, de la Marcha de las Antorchas en el barrio de Lugano 1y2 bajo el lema “Iluminemos las calles con memoria” y en unidad con todas las organizaciones del campo popular de la comuna y el Observatorio de Derechos Humanos de la Comuna 8.