Biografías

El Tí­o

Hector José Cámpora nació en la ciudad de Mercedes, Provincia de Buenos Aires, en el año 1909. En su juventud se fue a estudiar odontologí­a a la ciudad de Córdoba, donde comenzó su militancia polí­tica al presidir el Centro de Estudiantes de su facultad. Fue allí­ famoso por “entrador y salidor”.

Al volver a su provincia, se involucra en la actividad polí­tica en San Andrés de Giles, donde preside un club deportivo de extracción popular. En 1945 conoce al General Perón y en el 46 es electo diputado por la Provincia de Buenos Aires y es nombrado presidente de la Cámara.

Fue así­ que debió comandar junto a John William Cooke un bloque de diputados que despertaba a la vida polí­tica de manera intempestiva y abrupta. Allí­ forjó su amistad entrañable con Evita, su compañerismo con Perón y su fama de peronista de la primera hora. También demostró su mayor virtud, siempre confundida -de manera peyorativa y seguramente deliberada- como un signo de debilidad, de flaqueza intelectual y de obsecuencia: la Lealtad.

En 1955 le tocó la misma suerte que a miles de peronistas. Le armaron unas cuantas causas falsas y lo metieron preso. En marzo de 1957, junto con John William Cooke, Jorge Antonio, Guillermo Patricio Kelly y José Espejo, se rajan de la cárcel de Rí­o Gallegos en una de esas fugas que merecen una buena pelí­cula. Cámpora, siempre a la espera de instrucciones, inverna hasta que la historia lo llama de vuelta.

Es así­ que en noviembre del año 1971 es nombrado delegado del General Perón, en reemplazo de uno que no tuvo entre sus fuertes la virtud mencionada párrafos antes. La historia lo agarra del cogote y lo empuja vertiginosamente hacia el centro de la tormenta, en nuestro momento más convulsionado. Fue así­ que el odontólogo de San Andrés de Giles se arrima al poder.

Cámpora convoca a la juventud como ningún otro dirigente histórico del peronismo lo hizo. Empieza a conocer a los pibes y pibas de la izquierda peronista. Si el Viejo era Perón, ellos concluyen que Cámpora es el Tí­o. La analogí­a es perfecta: el Tí­o es ese hermano de papá, el que viene el fin de semana a comerse un asadito en casa. Con él podemos hablar sin tapujos, nos saca de algún apuro, nos da algún que otro consejo. El Tí­o.

Junto a esa generación el Tí­o Cámpora sale a la lucha por el retorno de Perón a la Argentina. Jura ante la tumba de su padre que esa es su misión en la vida y que hará lo imposible por cumplirla. Lo logra. Como el Pocho esta proscripto no queda otro que el Tí­o para reemplazarlo en la candidatura a la presidencia. La Juventud adopta esa candidatura como propia y lanza el famoso “Luche y Vuelve”.

Un 25 de mayo de 1973 el Tí­o Cámpora, junto a Vicente Solano Lima como compañero de fórmula, es electo Presidente de los Argentinos, luego de casi 20 años de dictadura militar y proscripción del peronismo. Gobierna durante tres meses, perí­odo que queda en la historia como “Primavera Camporista”. Al respecto, Feinman dice que «uno dice “Cámporaˮ y piensa en la primavera. Muy pocos pueden convocar algo tan florido, la mejor estación del año, los pibes en los parques, los pájaros y el amor a todo trapo. Porque la Primavera de Praga es de Praga, pero no es de ningún tipo. En cambio, la Primavera Camporista es de Cámpora, lleva su nombre. ¿Qué es polí­ticamente una primavera? Es un raro momento de la Historia en que creemos que en el futuro espera la felicidad, tal como la sentimos en el presente y aún mejorˮ¦la Historia existe para que, en ella, se realicen nuestros sueños. Eso fue la Primavera Camporista. »

Su cercaní­a con la juventud lo enfrenta con la derecha del movimiento y los sectores más reaccionarios de la Argentina. En julio de 1973 da un paso al costado. Fue nombrado por Perón embajador en México.

Muerto Perón el Tí­o regresa a la Argentina. Consumado el golpe de la dictadura más sangrienta que vio nuestro paí­s, su cabeza pasa a tener el precio más caro. Los milicos lo quieren muerto porque el Tí­o es el heredero natural del movimiento. Se refugia en la embajada de México, sabiendo el peligro que corre su vida. Allí­ enferma de cáncer, pero la Junta Militar, en una actitud de ensañamiento sin precedentes, no le otorga el salvoconducto para salir del paí­s. Prefieren, en cambio, dejar que su enfermedad avance. Finalmente, tres años más tarde, y para no quedar manchados de sangre, le dan el salvoconducto a México donde muere poco después.

Nuestra agrupación lleva el nombre del Tí­o por muchas cosas. Entre ellas están sus virtudes personales: su lealtad, su vocación de servicio al pueblo, su honestidad, su capacidad. Pero además rescatamos su valor simbólico. El Tí­o fue, para toda una generación de jóvenes que creí­a fervientemente en la polí­tica como herramienta colectiva para cambiar el mundo, un ejemplo de lucha y un compañero entrañable que confió incondicionalmente en ellos para llevar a cabo su misión. Encarnó en su figura la lucha que durante 18 años dio todo un pueblo por el regreso de su lí­der, y asumió esa responsabilidad con una lealtad y humildad inéditas.

Ciudad de Buenos Aires
El domingo 17 de marzo participamos, por cuarto año consecutivo, de la Marcha de las Antorchas en el barrio de Lugano 1y2 bajo el lema “Iluminemos las calles con memoria” y en unidad con todas las organizaciones del campo popular de la comuna y el Observatorio de Derechos Humanos de la Comuna 8.